Una grave denuncia sacudió en las últimas horas al barrio Abel Amaya de Comodoro Rivadavia. Natalia Ruiz, vecina de la ciudad, advirtió que el hombre que la agredió violentamente el pasado 6 de abril en una parada de colectivo, hoy se encuentra brindando clases de guitarra en una institución barrial donde asisten niños y adolescentes.
“El sujeto que me atacó en la parada de la línea 5 está hoy dando talleres en la Unión Vecinal del Abel Amaya. Es una persona con problemas de adicciones y antecedentes de violencia. En la audiencia que tuvimos, reconoció lo que hizo y dijo que me había visto como un demonio. ¿Cómo puede ser que alguien así esté en contacto con menores?”, expresó Natalia con preocupación en diálogo con FM La Petrolera.
Según relató, cuando se comunicó con la vecinal para advertir la situación, le respondieron que no estaban al tanto de los antecedentes del tallerista y que, al tratarse de un espacio cedido a los talleres municipales, no exigen certificados de antecedentes penales. “Dijeron que si tienen el espacio, deben cederlo, pero que no sabían quién era esta persona”, aseguró.
Natalia también se acercó a Fiscalía para pedir medidas urgentes. Sin embargo, allí le informaron que debido a la feria judicial no hay funcionarios disponibles para atender su reclamo, y le indicaron que regrese luego del 21 de julio. Mientras tanto, el hombre continúa dictando clases con total normalidad.
“Es muy preocupante. En la audiencia se dijo que en seis meses se definiría la situación judicial, pero hasta entonces esta persona peligrosa sigue en contacto con chicos. ¿Qué pasa si ocurre algo? ¿Quién se hace responsable?”, se preguntó Ruiz.
Desde la vecinal, según indicó, ahora intentan recabar más información sobre el acusado para eventualmente darlo de baja de la actividad, aunque no se ofrecieron mayores garantías. “Nadie controla nada. La justicia no actúa, la vecinal no exige antecedentes y mientras tanto este hombre sigue como si nada. Es desesperante”, cerró.
El caso expone una vez más la falta de controles en espacios municipales y comunitarios donde se desarrollan talleres culturales, lo que puede representar un riesgo latente para niños y jóvenes. Mientras tanto, la víctima aguarda que se haga justicia y que se tomen medidas antes de que sea tarde.
