La euforia del mercado tras el anuncio del respaldo financiero de Estados Unidos duró apenas unos días. Luego de un breve rally con caída del dólar y del riesgo país, la cotización volvió a trepar hasta los $1400 y el riesgo superó los 1200 puntos básicos. En este escenario, los analistas coinciden en que será clave que se concrete el salvataje prometido por Scott Bessent, secretario del Tesoro norteamericano, aunque advierten que la ayuda no será incondicional.
Según economistas argentinos radicados en Wall Street, la administración de Donald Trump impondría dos condiciones centrales: garantizar gobernabilidad política y reformular el régimen cambiario vigente.
El propio ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, reconoció tras su viaje a Estados Unidos que el mensaje fue explícito: “Bessent lo único que me dijo es trabajen en la gobernabilidad”. A partir de allí, el Gobierno relanzó el Consejo de Mayo, intensificó contactos con gobernadores y el presidente Javier Milei retomó el diálogo con Mauricio Macri, en busca de tender puentes con aliados estratégicos.
El economista Alberto Ades, radicado en EE.UU. desde 1989 y doctor en Harvard, sostuvo que “Estados Unidos nunca dio un apoyo incondicional de este tipo. Lo lógico es que pidan contrapartidas de gobernabilidad”. Para Ades, la percepción en los mercados es que el Gobierno está demasiado aislado políticamente, y que Washington podría aprovechar este contexto para avanzar en acuerdos energéticos y de minerales raros.
En la misma línea, Joaquín Cottani, exviceministro de Caputo, advirtió que Milei deberá mostrar “mayor humildad” hacia sus aliados: “Pedirá que se pongan de acuerdo los sectores que apoyan las reformas estructurales y de libre mercado. No un Gobierno aislado políticamente”.
El segundo punto de condicionalidad sería el esquema cambiario. Para los analistas, el actual régimen de bandas es insostenible y deberá ser reemplazado por un sistema más flexible. “Va a ser una condición para recibir cualquier ayuda: reformular metas con el FMI y adoptar una política cambiaria distinta. El sistema actual es el origen del problema”, planteó Cottani. En su visión, un salto hacia la flotación permitiría corregir expectativas, atraer capitales y fortalecer la competitividad externa, aunque con un costo de mayor inflación en el corto plazo.
Ades coincidió en que las bandas fueron concebidas como un esquema transitorio: “Se usaron en muchos países como una forma suave de migrar hacia la flotación. No lo van a cambiar hasta que no quede otra”.
A pesar de estas presiones, el presidente del Banco Central insistió esta semana en que no habrá modificaciones hasta después de las elecciones del 26 de octubre: “El régimen actual está bien calibrado y funciona perfectamente”, aseguró.
Mientras tanto, la atención de los inversores se concentra en cómo el Gobierno argentino articulará las demandas de Washington con la necesidad de sostener estabilidad política y un tipo de cambio creíble. El resultado de esa ecuación marcará no solo el rumbo de la economía, sino también la capacidad de Milei de llegar fortalecido a la próxima elección presidencial de 2027.
