El panorama financiero del Gobierno argentino se complica a medida que se acercan los próximos vencimientos de deuda en dólares. En enero de 2026, el Tesoro deberá afrontar alrededor de USD 4.500 millones entre capital e intereses de bonos dolarizados.
La gran incógnita es si estarán disponibles los fondos necesarios para cumplir con esos compromisos, ya que hasta el momento no hay certezas en ese sentido. La falta de definiciones genera dudas en los inversores y complica la posibilidad de estabilizar la cotización de los títulos públicos.
El viernes, el director del Banco Central, Federico Furiase, aseguró que la entidad cuenta con USD 22.000 millones líquidos para intervenir en el mercado cambiario y defender el techo de la banda. Ayer, ese límite se ubicó en USD 1.473. Aunque el dólar minorista superó ese nivel, el tipo de cambio mayorista —que es el que se utiliza como referencia— cerró en $ 1.462, es decir, menos de 1% por debajo del punto de partida para una eventual intervención del Central.
La expectativa ahora está puesta en la reacción del mercado. Si los inversores deciden vender dólares en los niveles actuales, confiando en el compromiso del Banco Central de defender la banda cambiaria, podría abrirse un escenario de autorregulación. En ese caso, resultaría más atractivo desprenderse de divisas e invertir en pesos, aprovechando el nivel elevado de las tasas de interés.
Sin embargo, si el Banco Central se ve obligado a intervenir con ventas de dólares, la consecuencia sería una reducción de la cantidad de pesos en circulación y, en paralelo, un nuevo incremento en las tasas. Este ajuste tendría un impacto adicional negativo sobre la actividad económica, que ya atraviesa un contexto de marcada desaceleración.
