El inglés descorchó nuevamente China. Lo hizo de punta a punta, y luego de haber sido mejor en los tres entrenamientos y en la clasificación. Rosberg completó el 1-2 de Mercedes. Y Vettel quedó tercero.
Hamilton maneja en chino, sonríe en chino, festeja en chino. Por cuarta vez ganó en Shanghai. Agrandó su leyenda -y su récord en F1 en este trazado- después de que la Ferrari de Vettel le había mojado la oreja en Malasia. Es que para no dejar dudas, el campeón se impuso de punta a punta en el Gran Premio de China. Se quedó con los primeros entrenamientos libres, con los segundos, con los terceros. También, con la pole. Y en la final, además del triunfo, marcó la vuelta más rápida. ¿Algo más? Sí, se afianzó en el liderazgo del campeonato…
El inglés no sólo logró todos esos objetivos, sino que también le devolvió a Mercedes el dominio absoluto de los hechos. Es que Rosberg -que reabrió la interna dentro del equipo con unas declaraciones post carrera- se metió detrás de Hamilton para marcar otro 1-2. La sorpresa de Ferrari no se repitió. Pero Vettel igualmente finalizó tercero, un podio que dice que la competencia estará viva a lo largo del campeonato. Porque el otro piloto de Maranello, Kimi Raikkonen, quedó cuarto. Luego llegaron los Williams.
