Comenzó a de a poco y la pandemia puso en pausa su sueño. Había invertido en telas, pero tuvo que confeccionar barbijos para recuperar el dinero. Este año volvió al ruedo y la vida le hizo un guiño: ahora le alquila trajes a niños de escuelas de todo Comodoro y Rada Tilly.
Impulsar un emprendimiento a veces suele estar relacionado a pequeños negocios fundados por jóvenes entusiastas que buscan generar sus primeros ingresos, aunque no siempre es así.
En otras ocasiones, un emprendimiento es la esperanza de una familia para mejorar su situación financiera ante los vaivenes de la economía argentina que no da respiro ni a los asalariados.
Claudia Lescano fundó el suyo por falta de trabajo, cuenta a EL COMODORENSE. “La falta de cupo laboral para personas mayores de 40 años me llevó a generar mi emprendimiento propio, con todo el sacrificio que eso conlleva”, inició relatando.
“La falta de cupo laboral para personas mayores de 40 años me llevó a generar mi emprendimiento propio»
Los primeros intentos no fueron fructíferos. Los números no cerraban como lo esperado y todo ello, como si la vida la empujara a una sola dirección, la llevó a seguir su corazón. “Hubo varios intentos en otros rubros hasta que los sentimientos me llevaron a hacer lo que me gusta: vestimentas patrias”, recuerda.
Su emprendimiento actual tuvo origen antes de la pandemia y comenzó a funcionar a un ritmo lento, casi cansino. En ese entonces “no llegábamos a las 11 vestimentas para alquilar”. Fue por eso que viajó junto a su esposo Marcelo a la provincia de Entre Ríos para comprar más tela y agrandar el stock.
Pero el destino le tenía preparada una sorpresa no tan grata: “Llegamos a Comodoro y a los dos días se cerró todo por la pandemia”. No había actos escolares, por eso nadie necesitaba utilizar sus trajes patrios.
Con toda la expectativa y esperanza a cuestas, debió rebuscárselas para recuperar el dinero invertido. “Con las telas hice barbijos”, narra Claudia.
Pasaron dos años para reiniciar su emprendimiento. Lo hizo en mayo de este 2022 y con tela reciclada para abaratar costos. Con el fruto de su trabajo, pudo comprar nueva materia prima para continuar confeccionando.
“Buscamos información y trabajamos para confeccionarlas con la mayor similitud posible”, precisa Claudia, que trabaja diariamente codo a codo con Marcelo. “Lo que más nos gusta es ver las sonrisas en las caritas de los niños y niñas”, confiesa. Además, se enorgullece de contarle a este medio que “recibimos mucho afecto de los padres que con sacrificio muchas veces se acercan a adquirir su disfraz o vestimenta patria”.
En la actualidad, afortunadamente el trabajo no falta, y cuando sobra, se hace lo imposible para poder cumplir con los pedidos. “Hubo tres noches en las que no dormimos más de dos horas porque había que terminar”, grafica la vecina comodorense, cuyas producciones pueden encontrarse en el Instagram tienda_de_disfraces_cr.
Niños de escuelas de zona sur, zona norte y centro de Comodoro han vestido sus trajes. Pequeños de Rada Tilly también. “Me asombra mucho como el «boca a boca» nos ayudó a llegar a zonas que no imaginábamos”, celebra, pero no se conforma.
SEGUIR DIFUNDIENDO EL SENTIMIENTO PATRIO
Hoy tienen en agenda un proyecto solidario próximo a concretar. Uno de sus planes es “llevar los trajes para que niños que no pueden acceder a ellos se puedan sacar una foto vestidos de Granaderos”. También Claudia sueña con la posibilidad de “armar un grupo de niños que se vistan de Granaderos, que puedan marchar y hablar de historia. Algunos saben mucho y sería lindo poder compartirlo”.
Ella se define como “una emprendedora humilde” con “muchos sueños y proyectos”. Además, es muy agradecida. “Quería felicitar a todas las familias que siguen honrando a nuestra Patria, conmemorando las fechas importantes y relatando junto a los docentes, como aprendimos y luchamos por ser Libres, soberanos e independientes”, destaca.
Su emprendimiento inició por falta de trabajo y cuando todo era adverso, eligió seguir a su corazón. Unos años después, Claudia Lescano viste a cientos de niños en los actos patrios con trajes prolijamente bordados, que permiten a los más chicos ponerse por un momento en la piel de aquellos que formaron parte de la historia Argentina en sus comienzos, contagiando el sentimiento por la patria, que es lo que dio origen a su sueño hoy hecho realidad.
