Comodoro Rivadavia atraviesa una situación crítica que, aunque parezca cotidiana, es cada vez más grave: la sobrepoblación de animales domésticos llegó a niveles alarmantes. Los datos punlicado en el diario El Cronista son contundentes: en una ciudad con 220.000 habitantes, debería haber alrededor de 110.000 animales, pero se estima que esa cifra fue ampliamente superada por el abandono, la falta de castración y la reproducción descontrolada.
El problema no es nuevo, pero la presión social crece. Tras un abrazo simbólico al Dispensario Canino y una reunión clave entre activistas y autoridades municipales, volvió a ponerse sobre la mesa una propuesta concreta: implementar el Programa de Equilibrio Poblacional (PEP).
Este plan no es una promesa abstracta. Funciona con éxito en más de 100 ciudades argentinas, y su base es tan simple como efectiva: castraciones masivas, gratuitas, sistemáticas y tempranas, combinadas con educación comunitaria.
“No es cuestión de buena voluntad. Sin una política pública firme, los animales seguirán reproduciéndose, enfermándose y muriendo en las calles”, explican desde la Red de Políticas Públicas, impulsora del modelo.
A pesar de contar con leyes como la Provincial N.º I 655 y la Ordenanza Municipal 15.776/21, la realidad muestra que el problema sigue desbordado. Y no se trata solo de un tema de bienestar animal: hay consecuencias sanitarias (zoonosis), viales (accidentes) y sociales (mordeduras, agresividad, maltrato).
¿Qué hace diferente al PEP?
El PEP no improvisa. Se basa en seis pilares fundamentales que garantizan resultados medibles:
- Gratuidad total: para eliminar barreras económicas.
- Acción masiva: el 20% de la población animal debe castrarse cada año.
- Ejecución sistemática: sin demoras, sin burocracia.
- Castración temprana: desde los 3 meses de edad.
- Cobertura territorial extendida: llegar a todos los barrios.
- No exclusión: se atienden machos y hembras, con o sin dueño, urbanos y rurales.
Los riesgos de no actuar
Sin una estrategia real, los problemas seguirán escalando. Los animales seguirán reproduciéndose y sufriendo, y los vecinos seguirán enfrentando mordeduras, contagios, accidentes y más abandono. En cambio, las ciudades que aplicaron el PEP correctamente muestran reducciones drásticas de animales en la vía pública, menos zoonosis y una mejor convivencia urbana.
Comodoro tiene la oportunidad de sumarse a esa red de ciudades que entendieron que el control poblacional no es solo una cuestión de compasión, sino de salud pública, eficiencia y ética.
La solución está al alcance. Solo hace falta decisión política.
