El Vaticano confirmó que Enrique Ernesto Shaw, empresario y laico argentino, será proclamado beato. La decisión llegó después de que la Iglesia reconociera un milagro atribuido a su intercesión: la curación de un niño de seis años que sufrió una grave lesión en la nuca tras ser pateado por un caballo, un caso que la ciencia no pudo explicar, indica TN.
La causa de canonización de Shaw se inició en 2001 en el arzobispado de Buenos Aires, con una investigación exhaustiva sobre su vida, basada en testimonios y escritos. El proceso incluyó la revisión de médicos, teólogos, obispos y cardenales, que finalmente dieron su veredicto positivo.
Quién fue Enrique Shaw: una vida marcada por la fe y el compromiso social
Enrique Shaw nació el 26 de febrero de 1921 en París, en el seno de una de las familias más ricas de la Argentina. Su madre fue Sara Tornquist y su padre, Alejandro Shaw, fundador del banco que llevó su apellido.
Estudió en el colegio La Salle de Buenos Aires y luego ingresó a la Escuela de Oficiales de la Armada, donde se recibió con uno de los mejores promedios y se convirtió en el oficial más joven de la Marina.

El 23 de octubre de 1943, se casó con Cecilia Bunge y juntos tuvieron nueve hijos. A pesar de la fortuna familiar, la biografía oficial destaca que vivieron en un ambiente de austeridad y modestia.
Shaw fundó la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) y fue su primer presidente. También fue uno de los impulsores de la Universidad Católica Argentina y participó activamente en la Acción Católica y el Movimiento Familiar Cristiano. Bajo el impulso de los obispos argentinos, organizó junto a otros empresarios ayuda para la Europa de la posguerra.
Durante 16 años, fue gerente general de Cristalerías Rigolleau, donde se destacó por su visión humana y cristiana de la empresa. Shaw falleció de cáncer en agosto de 1962, a los 41 años.
El milagro que abrió las puertas a la beatificación
El milagro que permitió la beatificación de Shaw fue la curación de Matías, un niño que, a los cinco años, el 21 de junio de 2015, recibió una patada en la nuca de un caballo en una finca cerca de Buenos Aires. El golpe lo dejó inconsciente y, por la gravedad de la herida, no pudo recibir el tratamiento adecuado en el hospital de Suipacha.
En ese momento, el padre de Matías pidió la intercesión de Enrique Shaw y convocó a familiares y amigos a rezar. La recuperación del niño fue confirmada por médicos en 2016 y 2018, aunque inicialmente presentaba algunos déficits neurológicos leves.
En 2019, dos peritos examinaron al paciente y constataron que no tenía secuelas neurológicas significativas. Hoy, Matías lleva una vida normal, practica deportes y tiene buen rendimiento escolar, según confirmó el Dicasterio para la Causa de los Santos.
