El fútbol terminó quedando en segundo plano en el partido de vuelta de octavos de final de la Copa Sudamericana en Avellaneda, donde se enfrentaban Independiente contra Universidad de Chile.
Tras los primeros 45 minutos, el partido estaba 1 a 1 y el resultado global se inclinaba 2 a 1 a favor de los chilenos.
Sin embargo, apenas comenzó el segundo tiempo el partido fue interrumpido por los mismos hinchas de Independiente que, colgados del alambrado y entrando a la cancha, alertaban sobre la salvaje agresión que provenía de una de las tribunas altas del estadio Libertadores de América.
Los hinchas chilenos arrojaban piedras, butacas, palos y bombas de estruendo a la parcialidad local, hiriendo a varias personas.
Ante semejante agresión, el partido se vio demorado unos minutos y la lentísima Conmebol resolvió que los hinchas de la Universidad de Chile debían abandonar el estadio para que el partido continuase.
Un grupo de 20 inadaptados chilenos seguía haciendo desmanes cuando la violencia escaló abruptamente por la irrupción de la barra de Independiente que emboscó a los hinchas visitantes que quedaban.
Los apalearon, patearon, arrojaron al vacío y desnudaron ante la nula intervención policial, que desde el inicio de los incidentes nunca hizo nada al respecto.
Al menos cinco hinchas quedaron tendidos en el suelo inmóviles, por lo que se temía lo peor, aunque aun no hay información oficial al respecto.
