El paro ‘a la búlgara’ podría extenderse por más de 24 horas

La declaración de guerra iba a molestar al Gobierno en cualquier caso. Fondos o formas no le cambian sustancialmente la cuestión al kirchnerismo si lo contradicen. Pero que el sindicalismo opositor haya elegido los picos…

viernes 15/08/2014 - 10:30
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La declaración de guerra iba a molestar al Gobierno en cualquier caso. Fondos o formas no le cambian sustancialmente la cuestión al kirchnerismo si lo contradicen. Pero que el sindicalismo opositor haya elegido los picos nevados de los Balcanes y la soleada costa del Mar Negro como plataforma de lanzamiento del próximo paro general sacó de sus cabales a los hombres de la Presidenta.

«Es una vergüenza que anuncien un paro desde Europa». Por una cuestión de competencia, esta vez le tocó al ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, salir al cruce de los gremios del transporte que, aprovechando su presencia en un congreso internacional de la actividad, en Sofía, capital de Bulgaria, definieron desde allí que acompañarán a Hugo Moyano en la próxima medida de fuerza a nivel nacional. Manejan como fechas tentativas 26, 27 y 28 de este mes.

El funcionario y precandidato presidencial no sólo cuestionó el escenario desde donde el camionero Pablo Moyano y otros lanzaron la piedra. También cargó contra el sentido de la responsabilidad de las organizaciones díscolas («perjudican a millones de argentinos», dijo), además de culparlas por no valorar en su justa medida el «esfuerzo» del Gobierno para implementar políticas de inclusión en materia de transporte.

Randazzo la cortó ahí porque desde Bulgaria no entraron en detalles sobre la modalidad que tendrá el paro. Bastante mandaron a decir. Pero a diario, acá en Buenos Aires, y no en Europa, va ganando cuerpo la idea de extender el paro a 36 o 48 horas; una posibilidad que en principio enarbolaba en soledad el estatal Pablo Micheli, líder de la CTA anti K.

Ahora también parece transitar ese andarivel Luis Barrionuevo, la otra cara de la moneda del sindicalismo opositor y hoy impulsor del cordobés José Manuel de la Sota como candidato a la sucesión de Cristina. Curioso: en 1988, Barrionuevo blandía su cimitarra sin piedad sobre la humanidad de De la Sota, cuando éste secundaba a Cafiero en su intento de cortarle las alas a Menem en la interna del PJ. Pero ésa es una historia demasiado vieja. Una anécdota.

«No pueden parar 24 horas, y hablan de hacer medidas de dos o tres días…Dan risa», dijo a este medio uno de los dirigentes de la CGT de Caló que ayer acudió al encuentro del secretario de Comercio, Augusto Costa, para hablar de precios y ley de abastecimiento. Con su mansedumbre habitual, el jefe metalúrgico volvió a mostrar allí la misma disponibilidad que tuvo en su momento cuando prometió que su central vigilaría los precios cuidados.

Como sea, la semana próxima los opositores definirían la fecha del paro. A esta altura, vale usar el potencial por la cantidad de veces que se fueron en amagues: que el Mundial, que las vacaciones de invierno, que los fondos buitre, que el congreso internacional del transporte… Ni lo de Riquelme fue tan conversado. Parecen ya agotadas las excusas de un Moyano cada vez más políticamente correcto. ¿Por qué será? Los que saben dicen que el camionero no quiere que lo acusen de «disolvente». Será así.

Conviene por un momento volver a Sofía. La polvareda que allí se levantó con la cuestión del paro dejó gente mal herida. Especialmente a los dirigentes de filiación K, quienes sin comerla ni beberla quedaron atrapados entre el paro a la búlgara y el consecuente fuego amigo del Gobierno. Como el ferroviario Sergio Sassia (Unión Ferroviaria) u Omar Suárez del Somu (obreros marítimos).

«En materia ferroviaria, el tema central del Congreso fueron las privatizaciones, la falta de inversiones, la ausencia de convenciones colectivas, la racionalización tipo neoliberal. En ese sentido, la Argentina vive un proceso totalmente distinto, con inversiones que hace 50 años no se hacían», dijo Sassia a Infobae, vía mensaje de texto, despegándose de la huelga y cumpliendo los deberes del buen kirchnerista.

La semilla de la discordia fue sembrada a 18 mil kilómetros de casa por el hijo mayor de Moyano, el conductor de locomotoras Omar Maturano, Juan Carlos Schmid (dragado y balizamiento) y el aeronavegante Juan Pablo Brey. Pero todo el mundo sabía que esto iba a ocurrir. Para ir otra vez al paro, el presidente de Independiente sólo necesitaba renovarle el compromiso a los colectiveros de Roberto Fernández y a otros sectores puntuales. No requería alquimias en Bulgaria, que de hecho no las hubo.

Lo que nadie contemplaba es la perdurabilidad del conflicto en la autopartista Lear, que ya lleva dos meses largos de extensión, pero que se ignora cuál será el desenlace de algo que arrancó con el despido de 60 trabajadores.

Ahora dicen que el martes será el día D. Para ese día está convocada una asamblea decisiva. La patronal y el Smata de Ricardo Pignanelli, se sabe, adjudican todas las desgracias a la izquierda sindical, concretamente al Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) y al Partido Obrero (PO).

Cae de maduro que parece poco convincente resumir la crisis industrial que vive el país (sea por impericias propias o por culpa del menor consumo en Brasil) en la metodología no tradicional del sindicalismo radicalizado.

Pregunta: ¿también es culpa del gremialismo no tradicional la crisis en Acindar, que anunció el cierre de su planta por 10 días o la situación dramática que se registra en Aceros Zapla? Vale anotar también unos 59 despedidos en la autopartista Valeo, más allá de que el Ministerio de Trabajo dictó allí la conciliación obligatoria.

A destajo, Carlos Tomada debió reunirse además con la Federación Gráfica Bonaerense y delegados de los trabajadores de la empresa Donnelley, cuyos dueños se declararon en quiebra, para avanzar en posibles soluciones al conflicto y preservar los puestos de trabajo.

Sin embargo, Jorge Capitanich sigue en sus trece, al considerar que «buscan instalar la crisis». Tal vez haya pensado eso de los obispos de la Conferencia Episcopal Argentina, a quienes conminó a hablar de los fondos buitre, cuando trascendió informalmente la preocupación de los hombres de negro por el futuro inmediato del mercado laboral en la Argentina.

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