Comenzó como un proyecto familiar y hoy emplea a 120 personas. Pasaron de generar 200kg de productos panificados a 5.000kg en un día. Los secretos de una de las marcas más instaladas en la vida cotidiana de los comodorenses.
Hace 15 años, en el año 2007, llegaba desde la provincia de Córdoba la familia de Franco, hijo del fundador de una de las marcas comodorenses más destacadas de la ciudad en el sector alimentario: Don Carlos.
En ese entonces tenía solo 8 años, y observaba como todos los días sus padres trabajaban a destajo para darle de comer a sus tres hermanas y a él. Un papá con raíces en el campo y una madre con conocimientos de repostería sostenían el hogar a base de changas y tortas a pedido.
El destino parecía tenerles preparadas cosas grandes en el sur, a donde llegaron con una promesa de trabajo en la industria petrolera que no pudo materializarse por cuestiones de salud.
“Veníamos de vacaciones a Comodoro y a mi papá le gustaba el sur, por eso proyectó venir y trabajar en el petróleo. Pero no pasó los estudios médicos por un problema en la espalda”, rememora Franco.
“El proyecto de la panadería arrancó porque mi viejo hacía changas: pintaba casas, limpiaba patios. Había necesidad, por lo que se le dio por emprender con una panadería”, recuerda Franco, que hoy tiene 23 años y trabaja a pleno en la empresa al igual que sus tres hermanas.
El joven recibió a EL COMODORENSE en su oficina y narra que en 2009 la esquina de J. M. Pueyrredón y Gobernador Moyano en el Km3 vio nacer a la panadería Don Carlos, marca que fue bautizada así en honor a su abuelo, el padre de su progenitor.

Fue una apuesta gigante por parte de sus padres, que por entonces se enfocaron plenamente en el nuevo emprendimiento familiar y pasaban casi todo el día en la panadería produciendo y analizando en qué mejorar los productos.
“Mis viejos laburaban todo el día. Yo para estar con mi viejo lo acompañaba a hacer las compras. Vivían más en la panadería que en la casa”, cuenta Franco, que junto a sus hermanas ayudaban con las tareas que les asignaban. Fue tanto el trabajo y la productividad, que lograron abrir una segunda sucursal, esta vez en zona sur, en la avenida Polonia.
En Don Carlos siempre se priorizó brindar un “producto de calidad y a buen precio”. También, desde su origen, primó la buena atención y la continuidad en cuanto a la producción.
Así, cada día salían unos 200kg de panificados. «Se vende como pan caliente” es una frase popular utilizada cuando un producto es elegido por los clientes, y va perfecto con los inicios de la panificadora.

Cada peso que entró se invirtió en pos del desarrollo de la compañía. Franco y sus hermanas lo entendieron desde pequeños, por eso en la actualidad “seguimos todos laburando en la empresa familiar”.
Con el paso de los años fueron abriendo nuevas sucursales y la cantidad de empleados aumentó considerablemente. La tercera sede fue en calle Álvaro Barros, también en Km3. “Ahí se concentró la fabricación. De esa boca de venta se expedía para las otras dos filiales”.
El crecimiento de la panificadora era exorbitante, y se evidenciaba en una clientela que no paraba de aumentar. Después de expandirse y llegar al Km5 y Km8, decidieron que era el momento de concentrar la producción en una fábrica a la altura de las circunstancias, y eligieron construirla a la vera del camino Roque González en el año 2016.

En la actualidad, Don Carlos cuenta con ocho sucursales y la fábrica, empleando de manera directa a 120 personas. En tanto, “el reparto es tercerizado”, lo cual implica darle trabajo de manera indirecta a muchas otras familias.
“Llegamos a todo Comodoro. Siempre tratamos de mantener lo mejor. Estamos bien preparados. Estamos generando un montón de puestos de trabajo en los últimos tiempos. Nos frenó mucho la pandemia porque la gente no podía salir a comprar, pero ahora estamos saliendo a flote de vuelta”, celebra Franco, cuyo producto preferido de la empresa a la hora de la merienda son las facturas, pero también destaca los bizcochitos y chipás.
La apertura de la fábrica permitió comercializar productos envasados que hoy se venden en gran parte de los negocios y almacenes de Comodoro. Lo que alguna vez fue una sola panadería sostenida por la familia, hoy es una empresa que da sustento a cientos de personas y produce 5.000kg de panificados por día, siendo una de las marcas más instaladas de la ciudad del petróleo.
«La idea es seguir generando más fuente de trabajo y más productividad»
Muchas cosas cambiaron desde la fundación de Don Carlos, tanto para la familia como para los comodorenses que hoy tienen al alcance una opción económica y de calidad.
Sin embargo, el valor que nunca se negoció en el hogar fue el del trabajo. “La idea es seguir generando más fuente de trabajo y más productividad. Estamos todos trabajando, nunca nadie dejó de hacerlo. Todo el día labura mi viejo”, mencionó por último el joven con mucho orgullo de los logros de la empresa que avizora expandirse también a otras localidades de la región.
