El oficialismo busca su “urna 303”

Por Daniel Alonso Como esas cuestiones predestinadas, repetitivas. Tal como el radicalismo lo hacía en 2003, el partido gobernante –sabedor de sus mayores chances de éxito—desafía a la suerte en una lucha intestina sin cuartel….

lunes 17/01/2011 - 20:00
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Por Daniel Alonso
Como esas cuestiones predestinadas, repetitivas. Tal como el radicalismo lo hacía en 2003, el partido gobernante –sabedor de sus mayores chances de éxito—desafía a la suerte en una lucha intestina sin cuartel.

Aún sin internas, todo parece encaminarse a un resultado tan sorpresivo como el que llevó a Das Neves   y Simoncini hace ocho años a la cúspide del poder.

VIOLENCIA
De los embates recientes –no importa quien empieza, porque la respuesta redobla la apuesta—surge una preocupante conclusión de cara a la Sociedad: la violencia de los de arriba, engendra la violencia de los de abajo. Y si hay un tema que es el clavo caliente de la templada campaña, es ese. El creciente espíritu de discordia, de intolerancia, de desprecio por el otro, que completa abultadas e inéditas estadísticas en nuestra provincia y ciudad.

INTERNAS
Si bien ya casi ningún partido político tiene un proceso democrático interno, -ni limpio ni sospechado–  su omisión habla no de acuerdos serenos, sanos y participativos, sino de una lamentable degradación de la vida en Democracia. Allí, y no en otro lado, debe buscarse el germen de tanta histeria pre electoral, tanto insulto mal disimulado, tanta intemperancia y tanta crispación general.

Tal como en 2003, cuando Lizurume – Aubía, confiados en el repunte de las regalías petroleras  (y por tanto, sus habilidades políticas en el tramo final de sus gestiones)—el oficialismo actual se desangra en una guerra mediática propia de los más irreconciliables contrincantes. La disputa actual, es más caricaturesca: ahora el exitoso modelo nacional, es atacado con fiereza desde el eficiente modelo provincial.

SOBERANO
Correrán hasta el 20 de marzo turbios ríos de tinta en la prensa regional. Nos conformamos con que no sea de color rojo. Y lamentamos seguir utilizando metáforas propias del periodismo sobre papel, aún cuando esta campaña se hace –como nunca—bajo el imperio del dominio de la comunicación digital.

Tan digital… que hasta las candidaturas se manejan desde un puño.

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