En consecuencia al aumento de la inflación y su consecuente pérdida de poder de compra, existe una necesidad de plantear emitir billetes de mayor denominación que los actuales que circulan, y cuál sería el valor que éstos deberían tener, según publica Infobae.
Los proyectos legislativos hablan de emitir billetes desde los $5.00 hasta los $10.000, incluso, se especula de $20.000.
Hoy, un billete de 10.000 pesos representaría un valor de 55 dólares al tipo de cambio oficial (apenas sobre los $182) y tan solo USD 27 dólar libre de 369. De esta manera, el billete de mayor denominación estaría muy por detrás del de 100 pesos de la convertibilidad, el del rostro de Julio Argentino Roca, que cuando fue lanzado en 1991, representaba 100 dólares.
El valor presente de un billete de $10.000, entonces, sería similar al de 100 pesos con la imagen de Eva Perón, lanzado durante la presidencia de Cristina Kirchner en julio de 2012, que entonces se mantuvo como el de máxima denominación y equivalía alrededor de USD 22 al tipo de cambio oficial (en $4,60) o unos 15 dólares «blue», entonces en la zona de 6,50 pesos.
En comparación con el billete de 1.000 pesos -hoy el de máxima denominación en curso- éste nació en noviembre de 2017 y cuando comenzó a circular equivalía a unos USD 57 en una economía que no tenía “cepo” cambiario, según el tipo de cambio oficial de ese momento.
Ahora, poco más de cinco años después, se pacta a menos de USD 3 según la cotización “contado con liquidación” y también la paridad “blue”.
Por lo tanto, un billete de $10.000 valdría hoy la mitad de lo que valía en de $1.000, cuando salió a las calles, siempre en una comparativa con el dólar de los EE.UU. En este sentido, un billete de $20.000 se acercaría a comprarse con el de $1.000 de 2017.
La Argentina ya tuvo en el pasado billetes de $10.000; el primero con la Ley 18.188 circuló entre 1976 y 1985, con la imagen de José de San Martín, El segundo, poco antes del Plan Austral, empezó a circular en 1985 y se convirtió en cuestión de meses en el billete de un austral, con la imagen de Manuel Belgrano en su frente.
Para dimensionar la pérdida de valor que tuvo la moneda argentina, una canasta básica familiar en noviembre de 2017, cuando salió el primer billete de 1.000 pesos, costaba $16.027, mientras que su valor a noviembre de 2022 fue de $145.948.
En tanto, para adquirir una canasta básica alimentaria, una familia tipo pasó de necesitar $6.568 en noviembre de 2017 a $64.012 en noviembre pasado. Eso es un encarecimiento en cinco años del 811% y 875%, respectivamente, un alza que no fue acompañada por el valor de los billetes en circulación, pues la emisión de 1.000 pesos perdió el 95% de su valor respecto del dólar libre.
Frente al dato de 95% de inflación anual del INDEC al cierre del 2022, el diputado nacional de Juntos por el Cambio y vicepresidente del PRO, Federico Angelini, insistió con su pedido de crear billetes de mayor denominación a la actual, de apenas 1.000 pesos.
El legislador santafesino había presentado en febrero del 2022, junto a sus pares Luciano Laspina y Ricardo López Murphy, un Proyecto de Resolución en el que les podía al Poder Ejecutivo y al Banco Central adoptar medidas necesarias para emitir moneda de 2.000, 5.000, 10.000 y 20.000 pesos.
“Es irrisorio que recién ahora se evalúe, cuando ya se pronosticaba una pérdida del valor adquisitivo muy importante para el año pasado”, manifestó Angelini, quien recalcó que “el gobierno perdió un año por no reconocer el problema” y advirtió que “se va a quedar corto si solo avanza con los de 2.000 y 5.000”.
Al parecer, podrían haber conversaciones entre funcionarios de los organismos de Gobierno involucrados -Ministerio de Economía, Banco Central y Casa de la Moneda- para impulsar la emisión de un nuevo billete aunque “no se habló de ninguna denominación en particular”.
Desde las cámaras del sector bancario se reiteraron los reclamos en los últimos meses, debido al elevado costo logístico involucrado en el traslado, carga de cajeros automáticos y la custodia de los billetes, que se incrementa en proporción a la cantidad de unidades.
Igualmente, trascendió que las entidades chocan con cierta renuencia oficial a un billete de mayor denominación bajo un argumento fiscal: los billetes para consumos cotidianos, un hábito cada vez más extendido que contribuye a «blanquear» y regularizar buena parte de la actividad económica que ahora queda registrada y antes se operaba de contado, «en negro» y sin ticket.
En este aspecto, no pasó desapercibida la decisión del ministro de Economía, Sergio Massa, de reemplazar a Rodolfo Gabrielli por Ángel Mario Elettore al frente de la Casa de la Moneda, que es la institución encargada de emitir los billetes argentinos. “No estábamos conformes con su gestión”, señaló una fuente del Ministerio de Economía.
También de que la Casa de la Moneda venía desarrollando líneas de negocios que estaban alejadas de su objeto central y que, además, nunca terminaron de desarrollarse. De hecho, es público que gran parte de los billetes que el Banco Central puso en la calle este año fueron producidos en el exterior. Asimismo, desde Economía reprocharon “la demora en la puesta en marcha de la producción de billetes”.
En ese contexto, las quejas de los bancos respecto a los costos de movilizar enormes cantidades de papel están encontrando oídos mejor dispuestos en las últimas semanas.
Siguiendo con las fuentes del sector, el pedido de las entidades se enfoca en la necesidad de emitir billetes de $5.000 y $10.000. Pero, además, también en la necesidad de sacar de circulación a los billetes de menor denominación, dado que el problema logístico, continuaría vigente aún con los nuevos billetes si no se quita del medio a emisiones que ya no valen la pena.
