El Espacio INCAA Km. 1810 presenta “75 habitantes, 20 casas, 300 vacas”

Se trata de un Documental de origen nacional, filmado este año y que dura una hora y diez minutos. Es apto para todo público y tiene guión producción, dirección y montaje de Fernando Domínguez, con…

viernes 20/07/2012 - 14:30
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Se trata de un Documental de origen nacional, filmado este año y que dura una hora y diez minutos. Es apto para todo público y tiene guión producción, dirección y montaje de Fernando Domínguez, con la producción de la compañía “La Pata de Juana”, fotografía de Natalia de la Vega, sonido de Javier Farina y música de Pablo Grinjot.

Los días 24 y 25 de julio, se exhibe el documental del debutante realizador Fernando Dominguez sobre los recuerdos del pintor Nicolás Rubió, quien desde Argentina, pinta infatigablemente la vida en Vielles, un pueblito de Auvernia donde se refugió como niño exiliado de la Guerra Civil Española. Rubió recuerda el pueblo de su infancia, sintética y poéticamente descrito en el título. Pero es como si los recuerdos se le escaparan y, para reencontrarse con ellos, recurriese a lo que tiene a mano: llamadas telefónicas en las que se discute la cantidad de ventanas de la casa familiar de su niñez, cartas, viejas fotos y una memoria a la que hay que saber esperar. La película apela a una serie de dispositivos diferentes para capturar esa búsqueda del tiempo perdido, y así poder retratar el trabajo de un pintor y su afán de recrear un mundo desde la soledad de una habitación.

Nacido en Buenos Aires en 1979, Fernando Dominguez estudió cine en esa ciudad y luego completó su formación en Barcelona, España. Además de enseñar cine, realizó el corto “No es Mucho lo que Heredamos de Nuestro Abuelo” (2010). “75 Habitantes, 20 Casas, 300 Vacas” es su primer largometraje, del que dice: “Me interesa la memoria como constructora de una realidad nueva, que no es menos importante que lo que llamamos realidad. En verdad, lo que llamamos realidad objetiva no existe, porque no hay dos puntos de vista que sean iguales. Y a mí me interesa investigar en la memoria como registro. Cuando uno pinta un retrato, está fundando una nueva realidad. Con el cine pasa lo mismo y con la memoria también, porque todo el tiempo inventa, ficcionaliza, junta cosas que en la realidad estaban separadas, las une y las mezcla”.

“Quería hacer un documental porque supuestamente busca la verdad, pero a mí me interesa traicionar esa idea clásica”, explica. “Está claro que todo lo que cuenta Rubió son recuerdos de su infancia y muchos de ellos no existen. Y sin embargo, esa invención de su memoria es mucho más importante para él que la realidad y el documento. Así nos damos cuenta de que el registro documental no es tan importante, sino el recuerdo, que es otra forma de registro y un sistema que construye. En la obra de Rubió está clarísimo, porque hizo 600 cuadros sobre la memoria de un pueblo simplemente con sus recuerdos”.

Dueña de una belleza poco frecuente en el cine argentino, la película se vale de la hermosura del estilo naif de la obra de Rubió, pero además recurre a una fotografía basada en la luz natural y el claroscuro, apela a fotos y diapositivas; y hasta logra una suerte de animación artesanal en los cuadros del artista, al hacer uso de transparencias coloreadas a mano que luego son superpuestas a la imágenes en vídeo. Al respecto, el director explica: “Tratándose de la vida de un pintor, nos dimos cuenta de que la película también debía ser una pintura. Al principio eran simplemente sus pinturas fijas, pero luego empezamos a darle movimientos a los cuadros para lograr una estética de los recuerdos”.

Domínguez incluso decidió recrear “las manchas de la memoria, con una estética de película vieja, mohosa y gastada”. El director, quien ya había esbozado sus investigaciones sobre la luz y la imagen en su cortometraje previo, asegura que a medida que filmaba la película, descubrió que esa “estética de la memoria”, que surge de una imitación de la imagen de película vieja propia del Súper 8 milímetros, “se fue mezclando naturalmente con el registro de un documental directo, el cual muestra a Rubió trabajando y apela a una enorme paciencia para observarlo en sus tiempos vitales. En algún punto registramos su vida pero también le dimos un vuelo estético”.

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