El Índice de Calidad de Vida (ICV), una herramienta clave desarrollada por científicos del CONICET y la UNICEN, se renovó tras incorporar la información del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2022. Esta actualización permite obtener una radiografía precisa del bienestar en la Argentina y, al hacer foco en Comodoro Rivadavia, los datos arrojan un escenario de contrastes marcados.
Al navegar por el mapa interactivo —disponible para consulta pública en https://icv.conicet.gov.ar/—, la distribución de colores evidencia una ciudad fragmentada. La escala, que oscila del verde (mayor calidad de vida) al rojo (menor calidad de vida), muestra una clara división geográfica.
Mientras que la zona costera y el casco céntrico presentan coloraciones verdes y amarillas, lo que indica un ICV favorable (cercano a los deciles D1-D5), grandes extensiones hacia la zona oeste y la periferia se tiñen de anaranjado y rojo (deciles D7 a D10).
Esta segmentación visual coincide con la metodología del estudio, que no solo evalúa lo que la población «tiene», sino cómo vive su entorno. Las áreas en rojo, características de las zonas más alejadas del centro urbano, coinciden generalmente con sectores donde el acceso a los servicios y la infraestructura presentan mayores desafíos, o donde la incidencia directa de la actividad industrial y el entorno impactan en el bienestar.
Nuevas variables para un entorno complejo
El proyecto, liderado por investigadores del Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales (IGEHCS) y del Instituto Superior de Ingeniería de Software Tandil (ISISTAN), mide la calidad de vida mediante el cruce de dos grandes dimensiones: la socioeconómica (educación, salud y vivienda) y la ambiental.
Es en este último punto donde la actualización cobra especial relevancia para una ciudad con perfil industrial como Comodoro. Guillermo Velázquez, investigador del CONICET y uno de los líderes del desarrollo, explicó que, a diferencia de la versión de 2010, el nuevo mapa incorpora problemas ambientales más complejos.
«Para el año 2022 incorporamos información sobre el uso de plaguicidas; la participación de la industria y la minería en el producto bruto; distintos tipos de contaminación; el ruido y el congestionamiento; las localizaciones peligrosas; y la tasa de hechos delictivos», detalló Velázquez. Estos factores resultan determinantes para explicar por qué ciertos barrios, pese a contar con actividad económica, muestran indicadores de calidad de vida más bajos en el relevamiento.
Una herramienta para la gestión
La nueva versión del mapa ofrece un 38% más de detalle que su predecesora de 2012 y abarca más de 70 mil radios censales. Alejandro Zunino, investigador del ISISTAN, destacó que la tecnología se optimizó para dispositivos móviles, lo que permite visualizaciones más ágiles y detalladas.
Además de su valor académico, el ICV se presenta como un insumo crítico para la toma de decisiones. La herramienta permite a gobiernos y empresas identificar dónde se produjeron retrocesos y dónde resulta urgente planificar inversiones.
Velázquez concluyó con una reflexión sobre la evolución del bienestar: «Las condiciones que en los años cincuenta hubieran sido consideradas óptimas hoy nos darían un Índice de Calidad de Vida mucho más bajo». En este sentido, el mapa de Comodoro Rivadavia refleja la evolución del propio concepto de bienestar. Tal como indican los investigadores, los parámetros para medir la calidad de vida no son estáticos, sino que se modifican con el tiempo al integrar nuevos factores ambientales y sociales en la ecuación.
