Es por el juicio de la Masacre de Trelew. Dijo que “la instrucción militar era de lucha contra el pueblo”.
“Toda la instrucción militar que se nos empieza a dar es la lucha contra el pueblo, es así que se nos da una clase en el cine de la Escuela Naval con la presencia del obispo Bonamín, y se justifica la tortura como elemento para obtener información, y los fusilamientos y la desaparición; esto bendecido por el obispo castrense”.
Así sintetizó ayer el teniente de fragata retirado Julio César Urien la capacitación que recibió como marino a comienzos de los ’70, y que lo llevó a encabezar una insurrección armada contra la dictadura de Agustín Lanusse dos meses después de la Masacre de Trelew.
La declaración testimonial de Urien en el juicio contra cinco ex marinos por la muerte de 16 presos políticos en la Base Almirante Zar de Trelew en agosto de 1972, fortaleció la intención de las querellas y la fiscalía de demostrar que se trató de un delito de lesa humanidad por el contexto de época en que ocurrió.
En el inicio de aquel año ’72, y como parte de la instrucción militar que relató el testigo, participó de un curso comando “que simulaba una infiltración en la lucha contra el comunismo, pero con la particularidad que en ese ejercicio somos tomados prisioneros y somos torturados”. Recordó que ese ejercicio “de los veinte que participamos solamente tres resistimos las torturas”.
Ya formando parte del Batallón Baterías, en Puerto Belgrano, formó parte también de un desembarco en Puerto Madryn en 1972 donde “tomamos la ciudad haciendo allanamientos como práctica militar; entrábamos a las casas y sacábamos a la gente”.
Un asesinato
Cuando se registró la muerte de los 16 presos políticos en Trelew, el jefe del Batallón que integraba Urien en Puerto Belgrano les leyó el parte oficial sobre un intento de fuga, publica hoy el diario El Chubut.
“Leyó la nota muy compungido, como pensando que era un desastre», recordó el marino, quien fue terminante al indicar que «la impresión nuestra era que se trató de un asesinato”.
Dijo que los sucesos de Trelew lo tocaron muy de cerca, no sólo por la muerte de los presos políticos, sino porque había ocurrido en una dependencia de la Armada “donde era imposible una fuga en esas condiciones”.
La insurrección
El Batallón al que pertenecía Urien fue “estructurado como un grupo paramilitar” y destinado a custodiar la Esma donde quedaron acuartelados “y listos a reprimir”. Pero “no queríamos formar parte de eso, no queríamos quedar pegados con esa política de matar presos”, enfatizó el testigo.
Remarcó que junto a un grupo importante de jóvenes de la Armada “nos sentíamos en la obligación de revertir la situación y queríamos demostrar que había otros militares”. Fue así que en noviembre de 1972 “decidimos producir una sublevación en apoyo al regreso del general Perón”.
Pero ese alzamiento no tuvo las consecuencias esperadas por el grupo de jóvenes marinos. Un cabo resultó muerto, Urien y el resto de sus camaradas fueron detenidos, sometidos a consejo de guerra y encarcelados en el penal militar de Magdalena.
Con la amnistía camporista del ’73, un capitán de la Armada visitó a Urien y le advirtió que “la Armada está dispuesta a matar a un millón de personas, pero acá no se va a hacer ninguna revolución”. Luego fue liberado.
El testigo reafirmó que eso demuestra que “había toda una política que ya se venía manifestando y que en el caso concreto de los fusilamientos en Trelew era parte de esa política que el gobierno militar venía implementando”.
Dos guardiamarinas que participaron de aquel levantamiento militar fueron posteriormente secuestrados y desaparecidos, uno de ellos con su esposa y su pequeña hija. Un teniente de Fragata asesinado en Tucumán, mientras que el propio Urien fue nuevamente detenido durante la dictadura de 1976.
