La realidad del barrio El Faro, en Comodoro, cambió en los últimos años gracias al esfuerzo de un grupo de trabajadoras comunitarias y voluntarios que impulsaron un proyecto de acompañamiento escolar en el merendero “Caritas Felices”. La propuesta, que surgió tras la difusión de una convocatoria dirigida a docentes, estudiantes y no docentes, buscó dar respuesta a las necesidades educativas de niñas y niños del barrio.
Un camino marcado por la organización comunitaria
El proyecto de acompañamiento escolar es impulsado con dedicación por Karina Alvarenga, trabajadora comunitaria de salud; Paola Giménez y Ángela Alvarado, quienes junto a un grupo de voluntarios organizan y llevan adelante las actividades educativas.
Karina, trabajadora comunitaria de salud, relató que el proyecto nació en 2019, cuando junto al equipo del Centro de Salud Caleta Córdova y enfermería comenzaron a trabajar en territorio con las familias.

Durante años, la falta de acceso al agua potable condicionó la vida diaria y la escolaridad de los chicos. “Hasta 2023 compraban el agua por acarreo, lo que implicaba un alto grado de ausentismo escolar, básicamente por no poder higienizarse a ellos mismos o a sus prendas”, recordó.
A partir de talleres, actividades y la articulación con la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, lograron visibilizar la problemática y, finalmente, en enero de 2023, el barrio accedió al servicio de agua de red a través de canillas comunitarias.
El merendero como espacio de referencia
Con la llegada del agua, el equipo pudo enfocarse en las consecuencias del ausentismo escolar. El merendero “Caritas Felices” se transformó en un punto de referencia, especialmente para aquellas familias que no podían trasladarse a otros barrios por cuestiones de distancia o recursos.
La convocatoria para sumar voluntarios, que se difundió a través de redes sociales, permitió ampliar el alcance del proyecto. “Esta semana se sumaron siete voluntarios más a los siete que ya estábamos”, destacó Karina. La propuesta consistió en formar duplas de voluntarios que asistieran al merendero una vez al mes, con el objetivo de reforzar la lectoescritura y las operaciones matemáticas básicas de los niños y niñas.

El acompañamiento escolar se organizó los miércoles por la mañana, aunque el equipo ya proyecta sumar los viernes para llegar a más chicos. La actividad, de carácter voluntario y no rentado, fue aprobada como proyecto de extensión universitaria y cuenta con el respaldo de la Facultad de Ciencias Naturales y Ciencias de la Salud y el área de Comunicación Audiovisual de la universidad.
