CFK cree que la victoria electoral no depende de la unidad de los dirigentes sino de cómo le va al pueblo

Desde Salta, el Presidente Alberto Fernández preguntó el jueves: “¿Dónde están los ajustes? Explíquenmelo. Con este acuerdo no hay ajuste”. En la madrugada del viernes, los 13 senadores que votaron en contra del acuerdo con…

domingo 20/03/2022 - 12:01
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Desde Salta, el Presidente Alberto Fernández preguntó el jueves: “¿Dónde están los ajustes? Explíquenmelo. Con este acuerdo no hay ajuste”. En la madrugada del viernes, los 13 senadores que votaron en contra del acuerdo con el FMI le respondieron.

Es ostensible que no se trata de cuestiones personales, sino de diferencias políticas profundas. Exactamente al revés de lo que pregona la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, según publica El Cohete a la Luna.

El Poder Ejecutivo sintió alivio al comprobar que una amplia mayoría refrendó en ambas cámaras del Congreso el acuerdo con el FMI y observó al kirchnerismo como una disidencia minoritaria. Impulsado por sectores de la oposición y por los medios que desde el día uno intentaron dinamitar la relación con la vicepresidenta, fantasea con una nueva relación de poder que le permita independizarse. Para ese tipo de ensoñaciones nuestra bella lengua tiene una expresión acuñada en su infancia campesina: tomar el rábano por las hojas.

Lo que vendrá
Durante la discusión de la semana anterior en la Cámara de Diputados, un colaborador de Cristina dialogó con un legislador que había anticipado su voto positivo.

—No quiero ser responsable de que todo salte por los aires dentro de cinco meses— argumentó el diputado.

—Con el Fondo o sin el Fondo, todo va a saltar dentro de un mes— fue la respuesta que lo enmudeció.

A disgusto y con muchas dudas, cambió su voto positivo.

Esos son los términos de un debate que es imposible zanjar hoy. El Presidente está convencido de que firmó una tregua con el FMI, que le dará tiempo al país para crecer y, a su tiempo, pagar. Cristina piensa que es un pacto suicida, que agravará la crisis sobre los hombros de los más vulnerables. Él se ilusiona con su proyecto reeleccionario en 2023. Ella da por perdidas las elecciones del año próximo y piensa en el mes que viene. Es la misma discrepancia que tuvieron antes de las elecciones primarias de hace seis meses: Alberto confiaba en un resultado favorable y Cristina estaba segura de lo contrario. Si perdimos con 10% de crecimiento y sin FMI, ¿cómo podríamos ganar ahora?, pregunta. Que haya tenido razón entonces, no significa que la tenga también ahora.

En diciembre de 2020 CFK reclamó “alinear salarios y jubilaciones con precios, sobre todo de alimentos, y tarifas. El 65 ó 70% de la actividad económica la mueve la demanda, que sólo puede lograrse con buenos salarios y jubilaciones, y con precios accesibles de los alimentos. Se puede hacer, como lo hicimos durante doce años y medio. Y por eso volvimos, además de por la unidad. Si uno no sabe cómo llegó, es probable que tampoco sepa cómo ir”. La inflación de alimentos en 7,5% en febrero asigna una incandescente actualidad a su diagnóstico. Cuando Alberto anunció que el viernes comenzaría la guerra contra la inflación, Ricardo López Murphy preguntó:

—¿A qué hora?

CFK cree que la victoria electoral no depende de la unidad de los dirigentes sino de cómo le va al pueblo. Esas visiones contrapuestas se reiteran al evaluar la sanción legislativa: el entorno presidencial y la trifecta mediática celebran que lo que han bautizado como cristicamporismo no haya arrastrado ni a la mitad de los bloques de cada cámara. En la otra orilla desdeñan ese álgebra parlamentaria y confían en el arraigo popular de sus planteos, que podrán acrecentarse si se cumplen sus pronósticos sobre los efectos de lo que despectivamente llaman Pacto. La adhesión del pueblo no es su único activo: incluso dentro de las filas del Grupo Callao abundan integrantes, hijos y parejas que no admiten el enfrentamiento con Cristina que otros atizan.

Para quienes observan sin ser parte, sólo queda esperar que los acontecimientos se desarrollen para saber quién previó con mayor claridad lo que se avecina.

Cada cual atiende su juego

También difiere el estado de ánimo de los protagonistas. Cristina supone que si sus vaticinios son certeros, Martín Guzmán volverá a la academia, Matías Kulfas encontrará empleo en una consultora, Miguel Pesce irá a un banco privado, Vilma Ibarra a un estudio jurídico o al departamento legal de una empresa, Alberto a su cátedra y los paneles de televisión, mientras que todas las furias del liberalismo reciclado o del fascismo neo en auge se dirigirán en contra de ella y de su familia, esos oscuros objetos de deseo.

Pero no serán las únicas víctimas. Como la misma Vicepresidenta lo ha dicho, no vienen por ella sino por los derechos de los trabajadores. Entre quienes los representan, esa certidumbre motiva conclusiones distintas a las de Cristina. Es el caso de la CTA, que fue la columna vertebral de la impugnación en las calles contra el macrismo en el gobierno, mientras la CGT se resistía a fijar fecha para un paro y el Movimiento Carolina establecía una cordial y lucrativa convivencia con el ala dialoguista socialcristiana del macrismo.

¡Oh casualidad! Héctor Daer y Papá Noel apostaron en 2017 contra Cristina y por Florencio Randazzo.

Hugo Yasky, quien además de conducir la CTA es diputado nacional del Frente de Todos, esperaba que la posición del bloque se decidiera en una reunión interna, que luego todos acatarían. Como Máximo Kirchner prefirió renunciar a la presidencia del bloque, Yasky remitió su decisión primero a un plenario de secretarios generales de la CTA y, ya en el momento de la decisión, a la mesa chica sindical. Para decidir la abstención pesó también la voluntad de mantener unido al sub bloque sindical, que además de Yasky y el cordobés Pablo Carro, integran por la Corriente Federal de la CGT Sergio Palazzo, Vanesa Siley, Claudia Ormaechea y María Rosa Martínez (esposa del Gringo Héctor Amichetti, de la Federación Gráfica Bonaerense).

Yasky se rehúsa a reconocer que el 2023 sea un fruto prohibido y descree de la hipótesis de una resistencia kirchnerista en la provincia de Buenos Aires, hasta regresar en 2027.

Un segundo tiempo de la coalición cambiante profundizaría el desastre provocado entre 2015 y 2019 en las filas populares y partiría al peronismo, ya sea sobre el eje Macrì-Pichetto o Rodríguez Larreta-Massa-Gerardo Morales. El establishment está trabajando sobre esa hipótesis. La consultora del padre del detenido espía Marcelo Sebastián D’Alessio, que trabaja para la embajada de Estados Unidos, difundió una presunta encuesta según la cual “57% de los argentinos quiere que el próximo Presidente tenga una orientación de centro derecha moderada para el 2023”.

En esa línea, durante la sesión del jueves, la senadora jujeña Silvia Giacoppo encomió la alianza del carcelero provincial con Massa, que propuso como modelo para el país, y culminó su desopilante intervención con una referencia a inversiones para producir en Jujuy nitrógeno verde (sic). Sólo es comparable con la pródiga Gladys González, a quien la metáfora no se le da bien: criticó a quienes deciden bajarse del barco que se hunde en vez de seguir empujando. O con el radical Pablo Blanco, que entre cotilleo y cotilleo con Gladys González y Carolina Losada dijo que el gobierno reaccionaba cuando la soga le llegaba al cuello.

Imposible de cumplir
En la misma desconcertante conferencia de prensa Cerruti implicó que el acuerdo con el FMI es incumplible y que obligará a nuevas negociaciones con el organismo internacional. La más ardida defensora de cada acción de gobierno, coincidió así con los discursos de la oposición. Al iniciar su exposición dijo: “Por primera vez una deuda que compromete en su pago a varias generaciones de argentinos debe pasar por el Congreso de la Nación”.

¿Varias generaciones? La Argentina se obligó a pagar la deuda con el FMI entre 2026 y 2034. De aquí a 2034 no pasará ni una generación, que se estima en veinte años. Tal vez sin darse cuenta, la portavoz dejó implícito que esa pauta se extenderá por varias décadas más de lo previsto. Es probable que no se equivoque. Y a esto debe sumarse el revoltijo mundial por la invasión rusa a Ucrania, dos de los mayores productores y exportadores de hidrocarburos y cereales.

Sobre ese tema decisivo no hubo preguntas, que en cambio se reiteraron en forma monótona sobre otra sorprendente expresión de la ministra.

Periodista: ¿Por qué el Presidente no condenó públicamente el ataque a Cristina?

Cerruti: El Presidente envió mensajes a la Vicepresidenta y a su secretario sin obtener contestación.

Esa respuesta, que no calza con la pregunta, ¿responde a una decisión previa?

Ante la insistencia periodística, Cerruti dijo que ella había condenado la agresión. Pero no explicó, ni se lo preguntaron, por qué esperó dos días para su tibio pronunciamiento, desde la tarde del jueves 10 hasta la del sábado 12. Entre una cosa y otra medió la filosa frase de Andrés Larroque sobre el aturdimiento causado por el silencio y la parsimonia oficial al respecto. El tuit de Cerruti tampoco contestó al hecho sino al comentario del Cuervo. Y ni siquiera nombró lo sucedido. Lo que el Presidente y todo el gobierno nacional “desprecia y repudia” es “la violencia”. No el ataque directo de varios machos a la mujer que ocupa la vicepresidencia. Verde, que te quiero verde.

La investigación de la jueza federal María Eugenia Capuchetti produjo cuatro allanamientos, una detención y dos pedidos de captura. En el allanamiento se secuestraron un barbijo y una remera inconfundibles que aparecen en las imágenes del atentado. Los cuatro identificados tienen entre 18 y 20 años y viven en parajes semirurales de Laferrere, Rafael Castillo y Guernica, en viviendas tan precarias que se duda en darles ese nombre. Una no tenía ni siquera cuatro paredes, otra era la única en varias manzanas. Todos alejados unos de otros. Luego de estudiar las imágenes, la jueza entiende que hubo dos grupos distintos sobre la avenida Entre Ríos: uno se desplazó hacia la esquina de Yrigoyen, desde donde partieron las piedras contra Cristina, y otro hacia Rivadavia.

En el segundo grupo estaban las organizaciones sociales como el Movimiento Teresa Rodríguez, que quemó tachos y lanzó piedras, y está siendo investigado por los jueces porteños, que también practicaron un par de detenciones. Capuchetti pidió que ambas causas se unifiquen en su juzgado. Hay indicios de que el grupo agresor estaba organizado, con roles diferentes, entre quienes proveían los proyectiles y aquellos que los lanzaban. Hasta ahora no fue posible determinar quién los reclutó, los trasladó y pagó el viaje, porque el único detenido se negó a declarar.

Cascotes
El enredo en que incurrió una persona inteligente y de alto nivel profesional como Cerruti refleja la molestia oficial con un asunto incómodo que no sabe cómo manejar. Así lo indica el documento difundido por un grupo de asesores presidenciales, encabezado por Alejandro Grimson, Ricardo Forster y Dora Barrancos, que firmaron algunos funcionarios de segunda línea y ex integrantes de Carta Abierta, la agrupación de intelectuales que se desinfló con la pérdida de sus inspiradores, Nicolás Casullo y Horacio González. El texto afirma que este no es tiempo de épica ni radicalización, sino de moderación porque la relación de fuerzas no permite otra cosa. Alguien incorporó entre quienes lo suscriben un nombre y apellido llamativos.

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