Brasil: el 20% de los jóvenes no estudia, trabaja, ni busca empleo

Son 5,3 millones de brasileños entre 18 y 25 años que están fuera de la educación formal y del mercado laboral, casi la población de Dinamarca. Con la inclusión de los jóvenes que buscan trabajo,…

martes 18/09/2012 - 15:00
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Son 5,3 millones de brasileños entre 18 y 25 años que están fuera de la educación formal y del mercado laboral, casi la población de Dinamarca.

Con la inclusión de los jóvenes que buscan trabajo, pero no lo consiguen, los 5,3 millones saltan a 7,2 millones. Es decir, cada 4 jóvenes de entre 18 y 25 años, 1 está fuera del mercado.

Sobra tiempo porque ella, una joven de 20 años no estudia ni trabaja, ni mucho menos busca empleo («¿Quién va a contratar a una mujer embarazada?»). Ella es uno de 5,3 millones de jóvenes de entre 18 y 25 años, que están fuera de la educación formal y del mercado de trabajo, casi toda la población de Dinamarca.

Un problema que afecta a 1 de cada 5 jóvenes (o 19,5% de los 27,3 millones de personas de ese grupo etario), según el estudio exclusivo «Juventude, desigualdade e o futuro de Rio de Janeiro», coordinado por el profesor Adalberto Cardoso, del Instituto de Estudios Sociales y Políticos (IESP), de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ). Él se basó en datos del Censo de 2010, del IBGE.

Las razones para que Leticia interrumpiera sus estudios y dejara el trabajo pasan por la maternidad, una de las principales razones para que las mujeres abandonen sus estudios y retrasen la entrada en el mercado laboral. Según datos del especialista del IESP, el número de muchachas que se queda en casa es casi el doble de la de los muchachos: 3,5 millones y 1,8 millón, respectivamente.

Pero la maternidad no es la única explicación.

El fuerte desaliento, según Cardoso, ayuda a entender los números alarmantes. Lo que se agravaba más si se considera que en 2010, el año del censo, la economía brasileña creció un 7,5%.

«Estos jóvenes que quedan afuera tienen muy mala calificados. Tan mala que cuando abandonan la escuela, el mercado laboral, aún en plena actividad, no los absorbe. Resultado: se dan por vencidos y los pobres son los más afectados», dice Cardoso, agregando que este fenómeno es muy urbano. «Entran en esto números los jóvenes que fueron atraídos hacia la delincuencia.»

En el segmento más pobre de la población brasileña, con un ingreso per capita de hasta R$77,75 (US$ 32,25), casi la mitad (o 46,2%) de los jóvenes estaban fuera de la escuela y el mercado laboral.

«La escuela no logra atraer a los jóvenes, dando lugar a una elevada deserción escolar. en consecuencia, ingresar al mercado laboral se vuelve más y más difícil», dijo Cardoso.

Desaliento estructural

El estrechamiento, según el profesor Fernando de Holanda Filho, de la Fundação Getulio Vargas (FGV), es la baja tasa de inscripción de la escuela secundaria. Hoy, según dijo, al menos el 50% de los jóvenes trabajan sin tener la escuela secundaria:

«Ellos fracasan en su intento de ingresar al mercado laboral. Esa situación les provoca un desaliento estructural, que se complica cada año. Es un problema de largo plazo».

El paulistano Eduardo Victorelli, de 22 años, no terminó la escuela secundaria y no buscó carreras técnicas o profesionales después de que abandonó la escuela a los 17 años. A pesar de que parece tener un futuro incierto, afirma con certeza que él será jugador de fútbol:

«Mis padres y mi familia me apoyan y logran pagar las cuentas. Creemos que el sueldo de jugador va a cambiar nuestras vidas».

Eduardo dejó la escuela para ir a Paraná, a tratar de jugar en el club Coritiba. Sin embargo, el salario no fue lo suficiente para comer, residir y vivir en otro estado y regresó a Sao Paulo. Desde entonces jugó en dos equipos pequeños. Vive en Sapopemba, barrio sencillo de la Zona Este, con sus padres, abuelos y tíos.

«El alejamiento de los estudios y del trabajo comprometerá –y mucho- el futuro de esos jóvenes», dice Cardoso:

«Algunas de estas personas se convertirán en asalariados sin libreta de trabajo. Esta juventud de hoy llevará el peso del abandono por el resto de la vida», afirma Cardoso.

Leticia vive con su novio, quien gana R$ 1.500 (US$ 837) por mes como promotor. Em Jacarepaguá, tienen el apoyo de la madre y de la  abuela de él.

«Yo sé que ahora me tendré que quedar en casa cuidando de mi hijo. Tal vez por uno, dos años».

De acuerdo a Hildete Pereira, coordinadora del Centro de Interdisciplinar de Estudios de Género de la UFF, faltan políticas públicas de control de natalidad y apoyo para el cuidado de los niños. La cobertura de las guarderías aumentó de 7% de los niños de 0-3 años en 2000 a 21% en 2011: «Mejoró, pero todavía hay un déficit.»

Mientras tanto, el país sufre escasez de mano de obra

El contingente de 5,3 millones de jóvenes inactivos en Brasil se produce en un momento en que el país cuenta con bajas tasas de desempleo y los empresarios se quejan de la escasez de mano de obra.

«Es un desperdicio de recursos, especialmente en el momento económico del país», dijo Naercio Menezes, profesor de economía de Insper, y agregó que cuando los jóvenes dejan de ver los beneficios de la educación, dejan de tener un futuro mejor.

Esa generación perdida será perdida para el crecimiento sustentado, advirtió Paul Levy, economista de IPEA. Explica que las empresas tendrán que aumentar la productividad de los que están trabajando.

Pero el crecimiento económico del país, también permite que una pequeña porción de ese contingente cuente con respaldo hogareño para pensar en la carrera. Por otra parte, aparece la llamada «generación canguro», los jóvenes que dejan el hogar paterno más tarde. En este universo, están las personas que se preparan para concursos públicos o quienes se toman un año sabático para viajar. El IESP-Uerj sólo consideró aquellos que no asisten a la educación formal.

Natali de Miranda, de 24 años, estudia en casa para el concurso para magistratura del trabajo:»Estudio de 6 a 8 horas al día y con frecuencia escucho que yo no estoy haciendo nada».

Pero la situación puede ser aún peor. Con la inclusión de los jóvenes que buscan trabajo, pero no lo consiguen, los 5,3 millones saltan a 7,2 millones. Es decir, cada 4 jóvenes de entre 18 y 25 años, 1 está fuera del mercado.

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