El Xeneize cosechó un buen empate de Cali en su debut en la Copa: fue un partido muy áspero, con golpes para expulsión. Tuvo alguna chance y también pudo perderlo. No está mal para arrancar.
Un punto de visitante no está mal para empezar. Más allá de que lo pudo ganar en esa jugada de Tevez-Pérez a 15 del final y cuando a los 37’ le taparon un zapatazo con destino de gol al volante; aunque lo pudo perder, también, en tres jugadas más claras en ese mismo segundo tiempo del Deportivo Cali (tremenda la de los 88’), o estuvo cerca del 0-1 cuando el palo salvó a Orión en el cierre del primer tiempo. Después de haber despegado con dos victorias en el torneo local, un empate en Cali, a cancha llena, con un rival que por momentos le dio de lo lindo, es un resultado que suma de cara a la seguidilla que se viene, dos veces Racing y después River.
A Boca le pegaron demasiado y el árbitro brasileño, muy malo, no expulsó al que le tiró el camión encima a Lodeiro y lo sacó de la cancha antes de los diez minutos… Entre tanta patada, tanto juego áspero, lo que más se destacó fueron los caños deliciosos de Gago. En este debut con punto en el bolsillo, lo positivo es que Orión mantuvo el arco en cero con ayudita del rival, que supo buscar el partido con equilibrio, que en el segundo tiempo pudo tener la pelota y generó peligro con las llegadas de Pérez, que fue ordenado. No lució, no gustó, pero se sabe cómo es la Copa, lo difícil que es.
La vuelta a Buenos Aires es sin alegría pero con calma. No fue un rival sencillo ni de los livianitos y Boca no perdió la tranquilidad ni se descontroló. Y mirando hacia atrás por cómo estaba el equipo hace diez días, fue un paso adelante a nivel resultado. En lo futbolístico le falta, está claro. Pero no es poco este punto de partida en la dura Libertadores.
