Lo hizo después de mucho y de días muy calientes: lo logró gracias a Erbes, luego de que empatara Saja y cuando se le venía Racing, que lleva seis al hilo sin triunfos. Riquelme salió con el 1-1 y lo festejó de afuera.
Boca está que Erbes. Pero este domingo de alegría, después de días tormentosos por las internas y esas peleas que perduran. Está que Erbes porque volvió a ganar, dos seguidos después de mucho tiempo. Porque salió adelante en el momento más difícil, puertas adentro y en el partido. Cuando Saja había empatado por el regalito del Cata Díaz, cuando Racing apuraba para llevarse una victoria después de cinco fechas, apareció el talento del pibe Acosta, el desnivel de Gigliotti en el mano a mano y la entrada a lo 9 del Pichi para capitalizar el rebote del arquero de la Acadé. Golpe de gracia, golpe de KO en el primer ataque del segundo tiempo… y ya sin Riquelme en cancha.
Era el clásico de las crisis. Racing por la futbolística (sigue último con cuatro puntos) y Boca venía haciendo ruido por cuestiones de vestuario, esas cuestiones que muchas veces generan rebeldía, unión a la hora de jugar, rebeldía. Bianchi formó parte de la arenga antes de salir a la cancha y sus hombres respondieron raspando en el primer tiempo, con concentración y jugando al filo; así justificó la victoria en el primer tiempo, con ese golón por la jugada previa de Insúa y la definición de Sánchez Miño, bombazo inatacable. Poco de Riquelme, cansado, sin mucha participación, sintiendo el desgaste del miércoles.
Hubo unión xeneize en cancha y un Orion que mantuvo la calma pese a los cantos de afuera, a las bromas de la gente de Racing por ser protagonista del conflicto interno. El 1 estuvo muy seguro, tuvo la madurez que no mostró al reaccionar pegándole a Ledesma y casi casi saca el penal. Del otro lado, Racing recién se despertó cuando entraron Vietto y Camoranesi, y Boca ahí hizo lo que no quiere Bianchi: bajó los decibeles, se dejó arriar y encima el Cata Díaz hizo un regalito, de ésos que suelen ser mazazos al grupo. Pero cuando parecía que la Academia despertaba y apretaba para ganarlo, cuando la gente se entusiasmaba desde afuera, cuando Riquelme miraba desde el banco (salió enseguida después del empate), Acosta tocó, Gigliotti encaró y Erbes, el volante central, festejó. Fue final sufriendo, haciendo pasar el tiempo, con Bianchi metiendo al Chiqui Pérez para ganar más segundos, y festejo final en un Cilindro fastidiado. Hubo festejo grupal entre todos, unidos en la mitad de la cancha.
Porque Boca está que Erbes. Pero hoy, de alegría. Porque hace cuánto (desde las fechas nueve y diez del torneo pasado) que no no ganaba dos seguidos. En el peor momento, acomodó las fichas y quedó a cuatro. Y en un torneo tan desparejo…
