La comunidad científica insiste en que aún faltan investigaciones de calidad que evalúen con rigor la seguridad y efectividad de las terapias dirigidas a personas con autismo.
El autodefensor Ari Ne’eman, de Estados Unidos, señaló en diálogo con el Child Mind Institute que “puede ser activamente dañino cuando enseñamos a las personas desde una edad muy temprana que la forma en que actúan, la forma en que se mueven es fundamentalmente incorrecta”.
El estudio publicado en Nature Human Behaviour deja un mensaje central: cualquier intervención debe superar la prueba científica antes de ser recomendada, priorizando siempre el bienestar de las familias.
Tanto especialistas como personas dentro del espectro coinciden en que el foco no debe estar en buscar “curas” sin fundamentos, sino en promover la aceptación, la inclusión social y el apoyo integral, elementos clave para mejorar la calidad de vida de los autistas y sus entornos.
