Argentina: El trabajo informal llegó para quedarse

De los 13 millones de trabajadores activos en nuestro país, 6 millones no cuentan con el piso de derechos conseguidos a lo largo de las últimas décadas.

sábado 06/05/2023 - 11:23
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Cómo es una jornada laboral, cuánto ganan y qué impacto social y fiscal tiene en el Estado el crecimiento de un sector con más demandas que respuestas. Una aproximación al empleo no registrado y sus efectos en la economía.

El modelo histórico del trabajador del último siglo -con jornada de 8 horas, vacaciones pagas, que comparte espacio de trabajo con otros empleados, con licencias pagas y que tributa a su jubilación- ya no representa a la amplia mayoría de los trabajadores, según publicó Página12.

En Argentina, el 35 por ciento de los asalariados no cuenta con descuento jubilatorio, un fenómeno que se profundizó en los últimos años. Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de un trabajador informal?

Si bien no hay una única definición de informalidad laboral, una de las más utilizadas hace referencia a la protección social, esto es, son considerados trabajadores formales aquellos que perciben un salario y cotizan en el sistema de seguridad social, e informales aquellos que no.

Según los datos proporcionados por la última Encuesta Permanente de Hogares (EPH), del universo de asalariados en Argentina -unas 9,5 millones de personas-, el 35% -3,5 millones- no cuenta con descuento jubilatorio. Y dentro del universo de los no asalariados, unas 3,5 millones de personas, el 80 por ciento, es informal. Con lo cual, en nuestro país hay 6,5 millones de personas ocupadas informalmente.

Argentina, de la excepción a la normalidad
Consultado por Página/12, el investigador principal de Tecnologías y Futuro del Trabajo de la Red Sudamericana de Economía Aplicada Red Sur, Ramiro Albrieu, explica que el de los informales se trata de un sector «altamente heterogéneo» en términos de ingresos, nivel educativo y sectores en los que se trabaja.

«Está la economía de plataformas de servicios de baja calificación y la economía popular, pero también profesionales independientes que exportan sus servicios. Por eso existen trabajadores informales que se encuentran en los deciles más altos del ingreso laboral», detalla el especialista.

Según Albrieu, la informalidad en Argentina fue históricamente baja para la región y para el sur global. «Hay países en el sur de Asia en los que la informalidad llega al 90%. En cambio, hasta fines de los ‘80 los mercados formales en nuestro país eran predominantes», sostiene.

Un primer impacto en el mercado formal de trabajo fue la desindustrialización y la quiebra de muchas empresas -en especial del sector PyME- de la primera mitad de la década del ‘90, que empujó a masas de empleados registrados a trabajar en changas.

«En los primeros años de los 2000 hubo un aumento de la formalidad. Entre 2003 y 2009 se revirtió la tendencia, pero no se logró aumentar sustancialmente. A partir de 2010 en adelante se estancó la economía y empezó nuevamente una pequeña tendencia a la informalidad. Esa tendencia empezó a aumentar en la etapa del macrismo y se profundizó con la pandemia», completa Albrieu.

Entre demandas y algoritmos
Dentro de la denominada economía de plataformas está el caso conocido de los repartidores. Las jornadas del sector son variables, y los ingresos también. Por 8 horas de trabajo en moto, un repartidor alcanza un sueldo semanal de 45 a 50 mil pesos. Si el reparto se realiza en bicicleta, por la misma cantidad de horas trabajadas cobra entre 35 y 40 mil pesos por semana.

«Esto es más alto que en algunos laburos en negro convencionales, pero apenas alcanza. A veces ni siquiera logra cubrir una canasta familiar, sin contemplar el alquiler», señala el repartidor Didier Bolsh en diálogo con Página/12.

Las jornadas varían, fundamentalmente, porque los sábados y domingos se pagan mejor que los días de semana. Pero también porque si el trabajador se enferma o accidenta debe compensar los días no trabajados para “recuperar”.

En las últimas semanas se discutió un proyecto del senador bonaerense y secretario general del gremio de Canillitas, Omar Plaini, que busca comenzar a registrar a los repartidores en la Provincia de Buenos Aires. Algunos de ellos fueron a manifestarse a la Legislatura bonaerense alegando que no querían sindicalizarse «porque no les conviene».

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