En diálogo con El Comodorense, el ingeniero agrónomo Andrés Llop explicó que la sarna ovina es una de las parasitosis de mayor impacto económico y productivo en la Patagonia. “Es una enfermedad causada por un ácaro que genera signos muy evidentes en los animales y que es fundamental detectar a tiempo durante las recorridas diarias o semanales de la hacienda”, señaló.
Entre los principales síntomas, Llop detalló la caída de lana con zonas despobladas, la presencia de costras amarillentas, lesiones cutáneas con pequeños granitos y un cambio notorio en el comportamiento de los animales, que se muestran inquietos, nerviosos y tienden a apartarse del resto del rodeo. “Ese comportamiento anormal es una señal de alerta clave para evitar la transmisión”, remarcó.
La enfermedad se propaga principalmente por contacto directo entre animales, aunque también puede transmitirse a través de herramientas de esquila contaminadas, restos de lana en el campo o alambrados donde los ovinos se rascan. Si bien el ácaro fuera del hospedador sobrevive pocos días, estas vías secundarias de contagio han cobrado relevancia en los últimos focos detectados. A esto se suma el traslado de hacienda sin las medidas de desinfección adecuadas, especialmente cuando se utilizan camiones provenientes de zonas con presencia de la enfermedad.
Llop recordó que la Patagonia había sido declarada zona libre de sarna ovina en 2016, por lo que el resurgimiento de casos representa un serio retroceso sanitario. El impacto económico es significativo, ya que reduce la producción de carne y lana, obliga a descartar vellones afectados y aumenta los costos por tratamientos y controles.
Desde SENASA subrayaron que la denuncia es obligatoria e inmediata ante cualquier sospecha. Una vez confirmado un foco, se debe realizar el tratamiento antisárnico sobre la totalidad de la majada del predio afectado. Estas tareas deben ser ejecutadas por veterinarios acreditados o personal capacitado de la COPROSA, bajo supervisión profesional.
La resolución también establece estrictos requisitos para el traslado de ovinos desde las zonas en alerta hacia áreas libres de la enfermedad. Para movimientos con destino distinto a faena, se exige la realización de dos baños por inmersión con productos autorizados, separados por un intervalo de 10 a 12 días, siendo el segundo dentro de los siete días previos al traslado. Además, se requiere la presentación del Certificado de Inspección Sanitaria Oficial junto al Documento de Tránsito electrónico y un aislamiento cuarentenario de 24 días en el establecimiento de destino.
En el caso de animales enviados a faena inmediata en frigoríficos con tránsito federal, solo será necesaria la autorización del SENASA, mientras que para plantas sin tránsito federal se exigirá certificación sanitaria oficial.
La estrategia sanitaria apunta no solo a controlar y erradicar la enfermedad en Chubut, sino también a proteger a provincias vecinas como Santa Cruz, declarada libre de sarna ovina en 2023. Desde el organismo sanitario remarcaron que el baño por inmersión continúa siendo el método más eficaz para el control de la parasitosis, ya que los tratamientos inyectables no garantizan una eficacia plena.
Finalmente, Llop enfatizó que la vigilancia permanente, la denuncia temprana y el cumplimiento estricto de los protocolos son herramientas esenciales para resguardar la producción ovina regional y evitar nuevas pérdidas económicas en un sector clave para la Patagonia.
