“Entró un murciélago a casa y la gata saltó enseguida. Lo mordió”, contó Massi en diálogo con Jornada Radio. Siguiendo el protocolo, logró capturar al animal con una caja y dio aviso inmediato al área de Zoonosis, donde confirmaron que el ejemplar estaba infectado. Fue entonces cuando descubrió un dato preocupante: su gata, a pesar de haber sido atendida en una veterinaria, nunca había recibido la vacuna antirrábica.
“Siempre la llevé a todos los controles, la castraron, le aplicaron otras vacunas, pero no la antirrábica”, explicó el vecino. Desde el organismo municipal le informaron que se trataba del primer caso de rabia detectado en murciélagos en la zona, lo que podría haber llevado a que algunos profesionales subestimaran la importancia de la inmunización.
La gata permanece en aislamiento estricto por un período de cuatro meses, bajo seguimiento de los especialistas. “Está encerrada, sin contacto con personas ni animales. Es muy duro, porque tenemos un nene chico y el riesgo existe”, señaló Massi.
El hombre contó que los controles sanitarios se realizan de manera periódica, pero que la responsabilidad del aislamiento recae totalmente sobre la familia, debido a la falta de instalaciones públicas para alojar animales con posible contagio. “Estamos entre la espada y la pared”, reconoció. Incluso, no descartó la posibilidad de una eutanasia preventiva, aunque admitió que sería “una decisión muy difícil”.
El caso generó preocupación entre los vecinos y reavivó la importancia de la vacunación antirrábica obligatoria y gratuita, que los municipios realizan cada año. La dosis debe aplicarse una vez por año en perros y gatos mayores de tres meses.
“Quiero que esto sirva de ejemplo —concluyó Massi—. Que nadie dé por sentado que en la veterinaria le ponen todo. Hay que pedir el certificado de la antirrábica, sin excepción”.
