Al momento de escribirse esta columna tanto en el futuro ámbito del municipio local como a nivel provincial, solo se escuchaban rumores de nombres o nombres momentáneos para dirigir un área en crecimiento en todas partes de la región y del mundo: el turismo.
Analizar de manera simple el manejo que se ha visto y vivenciado en ambos gobiernos, nos daría como resultado que desde Chubut se potenció y mucho Puerto Madryn, la Comarca Andina y el valle, tres ejes que además contaban con sus respectivas estructuras de promoción a nivel local. No así la zona sur, desde Comodoro Rivadavia y hasta Río Senguer. Poco y nada fue el apoyo que se brindó desde el desgobierno provincial.
A nivel local en tanto, comenzó a generarse la opción lógica, que a modo de respuesta para los que creen que no puede darse el turismo en esta región, está moviendo engranajes aún oxidados. Comodoro no cuenta con ballenas en sus costas y tampoco nieve en las laderas del cerro Chenque. Pero tiene lo suyo.
El turismo es mucho más que una playa llena de turistas en el verano. Mucho más que algunos alemanes o japoneses de paso, tomando fotos a los molinos eólicos, hoy adornos tristes de lo que pudo ser en materia de energía alternativa esta parte de la provincia.
Así lo entendieron desde Turismo Comodoro y comenzó a recorrerse un camino largo y sinuoso: generar turismo en la ciudad, con lo que la ciudad tiene. ¿Y que tiene Comodoro para el turismo?
Lo primordial y central es que esta bendita ciudad es la puerta de acceso a la Patagonia, por volumen y por estructura como urbe receptiva. Puede ser cabecera y de hecho lo es, de dos proyectos turísticos como la Meseta Central de la Patagonia y también de la llamada Ruta Azul.
Comodoro ofrece esto. Estructura. Aeropuerto y hoteles. Pero tiene mucho más para aportar. Esta claro que no es un destino como Mar del Plata donde las playas son en sí mismas motivo para quedarse todo el tiempo posible. Tampoco en invierno ofrece nieve como para que una familia se quede una semana subida en las montañas, montes o lomas blancas.
Posee otras herramientas. Otros atractivos que si se los mira con aprecio de comodorense, pueden ser ejes de promoción durante todo el año. Porque cada región, cada ciudad y cada destino, tiene su propia identidad.
Historia en los museos, dentro de Comodoro o en sus afueras (desconocidos para muchos pero que son visibles cuando uno recorre la zona en auto por ejemplo).
Comodoro posee playas que son el paraíso para los amantes de los deportes náuticos de profundidad. Una línea costera que es el paraíso para quienes las navegan con un kayak, un bote o la embarcación que posean.
Y así podríamos enumerar muchas más opciones existentes y otras que se pueden generar. Con inventiva y ganas de hacerlo, sobre todo.
Creer y trabajar para realizarlo es la clave, como el turismo de eventos que será en pocos años y si se continúa esa búsqueda, una piedra fundamental para mucho más.
Pero de nuevo llegamos al punto en cuestión: creer que se puede y hacerlo. Desarrollar un camino único en el que se encolumnen todos y sostener lo que se hace sin importar el color partidario o los nombres, será clave para crecer.
La esperanza que desde el gobierno provincial se articulen las herramientas regionales con nombres de responsables que sepan de que se trata, algo que no pasa hace varios años, será vital. Es tiempo para la zona sur de recuperar terreno. Pero hay que tener elementos para que esa oportunidad no caiga en saco roto.
Comodoro tiene potencial. Solo hay que saber mirar las diferencias y las aristas propias de esta región y esto se logrará solo si la gente puesta a trabajar sabe de lo que se trata. Y sobre todo no subestimar a un producto que crece en todo el mundo.
Hugo Hernández (Columna Publicada en El Patagónico. Domingo 4 de diciembre).
