El candidato a gobernador del radicalismo, Carlos Lorenzo, cuestionó el razonamiento del Gobierno provincial sobre las motivaciones para provocar los incendios forestales en la cordillera. Según el dirigente radical “La hectárea de tierra con bosques promedia los 50.000 dólares, pero sin árboles no vale nada”.
Según publica diario El Chubut, Carlos Lorenzo no le encontró lógica que sean quienes supuestamente tienen motivaciones inmobiliarias los promotores de destruir el bosque.
Lorenzo consideró que con los incendios se perdió un negocio millonario para quienes realizan operaciones irregulares con la tierra. «La hectárea de tierra con bosques promedia los 50.000 dólares, pero sin árboles no vale nada. A quienes hacen negocios irregulares con los bosques no les sirve que estén quemados», enfatizó el dirigente radical.
Asimismo, Lorenzo advirtió que el motivo de los incendios puede tener que ver en forma indirecta con una venganza, una disputa familiar por derechos sucesorios, o por la comercialización de hongos, pero no con el «negocio verde».
Las medidas de Buzzi
El candidato a gobernador se refirió también al anuncio realizado por el gobernador Buzzi, en el que ordenó la creación de una comisión que revise la entrega de tierras que pasaron de viejos pobladores a manos de terceros, contemplando la posibilidad de revocar la tenencia de la tierra.
Consideró que no es necesaria la creación de ninguna comisión, sino ordenar a un empleado administrativo que reúna la totalidad de los decretos sobre la entrega de bosques nativos y elevárselos al fiscal de Estado para que plantee su nulidad.
Por otro lado, el gobernador Buzzi dio instrucciones al organismo de Catastro para que no permita ventas, divisiones o subdivisiones de la tierra afectada por el incendio. Lorenzo afirmó que no debería tomarse esa medida porque no se puede por decreto prohibir la venta de lo que se constituye como propiedad privada, más allá de los cuestionamientos que se puedan realizar.
En lugar de esta medida, Lorenzo consideró necesario declarar la intangibilidad de las zonas incendiadas, ordenando la reimplantación del bosque nativo.
