Tremendo el Globo, sacando de la Sudamericana al último campeón: ganaba 2-0, se lo empató Mora y sufrió para llegar por primera vez en su historia a una definición internacional.
Miralo a Huracán, que hace poco más de un año peleaba para poder ascender. Mirá el Ducó de fiesta, colmado con la familia quemera que se une en un solo grito después del pitazo final del árbitro brasileño. Mirá a Edu Domínguez, que pasó de jugador a técnico y, después de encaminar al equipo hacia la permanencia y, ahora, después de eliminar al campeón vigente, jugará la final de la Copa Sudamericana, primera internacional en su historia. En un año inolvidable para el Globo, ahora intentará coronarlo de forma soñada contra Independiente Santa Fe.
Hubo dos partidos en el Ducó. En la primera parte, Huracán marcó el ritmo y, por momentos, bailó a un River que no hacía pie ante el cambio de sistema que propuso Gallardo, con tres centrales atrás, con Vangioni y Casco en mitad de cancha. Por ahí se filtró el Globo dos veces: primero salió mal Barovero y Toranzo la mandó a guardar en el rebote; después Abila se fue mano a mano y se la picó a Trapito. Una clase de fútbol y un Millonario que apenas si intentó atacar.
Gallardo movió el banco y el partido cambió. Porque River mejoró, sí, pero también porque a Huracán se le fue acabando el combustible. Sintió la salida de Espinoza, lesionado, el cansancio lógico de Vismara y sufrió los dos goles con los que Mora empató el partido y le tiró encima la chapa. Terminó apretado, con varios al borde del infarto en las tribunas del Palacio, pero se quedó con la clasificación y delira Parque Patricios.
El miércoles que viene, en el mismo escenario, recibirá a Santa Fe, con la intención de obtener alguna ventaja para ir más tranquilo a Colombia. Pero batallas como ésta envalentonan y llenan de confianza a cualquiera. Ahora, Huracán va por todo.
