Condenan a pareja por trata de personas

En un juicio explotación sexual de una joven que habían ‘comprado’ a tal fin, el cual se desarrolló en el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia, fueron condenados Ramón Ángel Díaz Soto y Guillermina del…

jueves 21/08/2014 - 7:30
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En un juicio explotación sexual de una joven que habían ‘comprado’ a tal fin, el cual se desarrolló en el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia, fueron condenados Ramón Ángel Díaz Soto y Guillermina del Rosario Matto Adorno.

El hombre fue condenado en calidad de autor y la mujer como partícipe secundaria. La víctima, oriunda de Salta, era obligada a prostituirse en el local “Las Brujas”, por lo que se ordenó el decomiso del mismo, junto a todo su mobiliario.

Si bien las penas impuestas son de las más leves, se debe destacar el fallo condenatorio. Se declaró a Ramón Ángel Díaz Soto (62), autor responsable de recepción y acogimiento de persona mayor de edad, mediando situación de vulnerabilidad, engaño, coerción, con fines de explotación sexual. Recibió tres años de prisión efectiva en una cárcel federal y costas.

Además, se ordenó el decomiso del local comercial “Las Brujas” y todo su mobiliario, ubicado en Aristóbulo del Valle 1.750 de Comodoro Rivadavia, para destinar por la autoridad de aplicación al Programa de Asistencia a la Víctima.

En calidad de partícipe secundaria, en tanto, fue condenada Guillermina del Rosario Matto Adorno (42) a la pena de un año y seis meses de prisión de cumplimiento en suspenso. No obstante, deberá efectuar 200 horas de trabajo comunitario gratuito en una institución de bien público.

El diario Patagónico en su edición de hoy señala que el fallo lleva la firma de los jueces Enrique Jorge Guanziroli, Nora Cabrera de Monella y Pedro José de Diego.

El caso

La denuncia la realizó la víctima el 26 de febrero de 2012 ante la comisaría de Los Antiguos y en la Subsecretaría de la Mujer al día siguiente. Allí se conoció que había llegado a Comodoro Rivadavia, desde Salta a mediados de diciembre de 2011.

En su denuncia reveló que su prima, Ramona Araujo, la había traído para trabajar de niñera y la esperó en la terminal con el novio. De allí la llevaron en taxi hacia la casa de su familiar, donde la esperaba un vehículo gris oscuro con vidrios polarizados. “…Vos te vas a ir con él, te vas a un prostíbulo a trabajar y estás vendida…”, le habría dicho antes de ser entregada a quien conoció como “Ramón”.

El comprador la tomó de los brazos. Ella advirtió que él estaba armado y ya no se resistió. El individuo la llevó directamente al boliche “Las Brujas”; donde un hombre la ingresó a una habitación, le hicieron quitar la ropa y la obligaron a realizar “un pase” con otro hombre.

Se supo más adelante que el tal “Ramón” alquilaba la habitación que la víctima compartía con otras cinco mujeres -de entre 14 y 15 años de edad- quienes también habrían sido captadas y vendidas a ese individuo.

La denunciante contó que ella le pedía ayuda al dueño de la habitación y este le respondía que no podía hacer nada porque siempre estaban custodiadas por dos personas armadas.

Entre otros detalles sobre su cautiverio, contó que no tenían en el lugar colchón, sólo sábanas para taparse y la comida era escasa. También dijo que les daban pastillas para dormir y droga en el horario de trabajo.

Complicidad policial

En una oportunidad, de madrugada, cuando hacían el cierre del local, la víctima aprovechó que los dos guardias estaban distraídos y escapó con otra chica. Al observar un móvil policial se subieron a él y pidieron ayuda a los dos efectivos, quienes las llevaron nuevamente al local porque las conocían debido a que en ocasiones anteriores habían hecho pases con ellas. Se las entregaron a “Ramón” y este les habría pagado por el favor, tras lo cual recibieron ambas una feroz paliza.

En otra ocasión llegó un policía uniformado y avisó que harían un operativo en el local porque en Orán había denunciado su desaparición la madre de la víctima. A raíz de ese dato fue que las subieron a todas a un furgón gris, las hicieron cambiarse y las obligaron a tomar pastillas, aunque ella no la tragó. Las llevaron hacia Los Antiguos, donde habría personas conocidas de los acusados, aunque al detener el rodado para comprar comidas, ella aprovechó el descuido y se escapó para pedir ayuda.

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