Segundos antes de cumplirse los 90’ pareció el pibe Terzaghi y clavó el 1-1 de Banfield ante el equipo del Vasco. El Taladro había hecho un primer tiempo bárbaro pero no pudo definirlo. Chávez entró y le rompió el arco a Servio. Justo empate.
Hablar de si fue justo o no a esta altura no tiene mucho sentido. Banfield y Boca empataron 1-1 y listo. Pero si te gusta el fútbol, es un partido para volver a ver. Y si la idea es dejar de lado los lugares comunes, este partido hizo todo para que no suceda. “Los goles que erras en un arco”, “la ley del ex”… Pasó eso y más en el Sur.
El primer tiempo de Banfield fue descomunal, como el trabajo de Agustín Orion. Salvo que al taladro le faltó terminar (es decir, definir) las tantas situaciones de gol que generó. Muchas, sin exagerar. Y la falta de efectividad no es un problema nuevo en el Sur. Juega bien (además de tener momentos lindos), pero sin convertir. El equipo de Almeyda dominó a Boca en los primeros 45 minutos. Manejó la presión y la pelota. Encontró espacios y los usó. Entró tocando y probó desde afuera. Pero siempre, siempre, apareció Orion. El conjunto del Vasco estaba impreciso y desorientado. Con Gago y Castellani menos efectivos que otras veces, se extrañaban más las ausencias de Meli y Chávez. Pero, así y todo, se las rebuscó para hacer revolcar a Servio.
La segunda parte fue distinta. Banfield bajó la intensidad y perdió el control del partido. Por más de que intentaba, Boca mostró reacción (levantó Gago) y pasó de ser dominado a dominador. Jugaba en el campo rival y se acercaba a Servio. Avisaba pero no castigaba. Hasta el ingreso de Andrés Chávez. Sí, el ex Banfield en su primer tiro al arco (luego de un error de Bianchi Arce), sacó un latigazo para poner a Boca en ventaja.
Parecía que el triunfo se iba para La Boca. Pese a que el Taladro seguía insistiendo, con más ganas que claridad, daba la impresión que Orion estaba obsesionado con negarle el gol a Banfield. Pero cuando el reloj ya marcaba el descuento, el primero de los tres que dio Laverni, surgió la aparición del pibito Terzaghi que, con un zurdazo, sentenció el empate final de un gran partido.
